Bajos, fornidos y con luengas barbas, son sabios así como fuertes.
Los palacios subterráneos en los que habitan son de una belleza fascinante.
Con sus diestras manos fabrican intrincados y sorprendentes objetos.
Un pueblo amable y generoso, que jamás se inclinará ante quienes se les acerque con intenciones mercenarias.
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