sábado, 30 de marzo de 2024

TSUBASA

Ahora, influido por las enseñanzas y el espíritu de su maestro, lanzó sus conjuros al viento confiando en derrotar a su rival.

Beni

jueves, 28 de marzo de 2024

LOS VIAJES

Un pescador, vecino de Bilbao,

Cogió, yo no sé dónde, un bacalao.


¿Qué vas a hacer conmigo?”.

El pez le preguntó con voz llorosa.


Él respondió: “Te llevaré a mi esposa:

Ella con pulcritud y ligereza,

Te cortará del cuerpo la cabeza;

Negociaré después con un amigo,

Y si me da por ti maravedises,

Irás con él a recorrer países.”


¡Sin cabeza! ¡Ay de mí!”, gritó el pescado.

Y respondió el discreto vascongado:

¿Por esa pequeñez te desazonas?

Pues hoy viajan así muchas personas.”


Juan Eugenio Hartzenbusch

EL DRAGÓN

lunes, 25 de marzo de 2024

EL VASO DE BARRO Y LA COPA DE ORO

Al pobre vaso de barro humilde

La copa de oro le dijo una vez:

“Menguada pieza de arcilla frágil,

Mira y envidia mi solidez.”

“En los festines –aquél repuso-,

Sólida siempre aparecerás,

Mas en el fuego, soberbia hermana,

¿Cuál de nosotros resiste más?”

Un aturdido, para probarlos,

Dentro de las llamas los colocó;

El vaso en ellas endurecióse,

Pero la copa se derritió.


Vasos de barro son los humildes

Que entre las llamas

Del infortunio cobran valor;

Mas los soberbios puestos en ellas,

Son copas de oro,

Que se derriten con el dolor.

Felipe Jacinto Sala

OPAL GATE

sábado, 23 de marzo de 2024

LA FUNCIÓN DE LOS ANIMALES EN LA MITOLOGÍA, LA RELIGIÓN Y EL OCULTISMO

Los animales desempeñaron un papel preponderante en la construcción del mundo humano. Ayudaron a los hombres en los transportes, las comunicaciones, en la labranza y el mantenimiento del equilibrio ecológico, en el desarrollo de sus pensamientos.

Tal vez sea ese el motivo por el cual algunos animales fueron adorados y transformados en dioses, atribuyéndoles gran sabiduría.

Las sociedades “primitivas” mantenían un intenso contacto con la naturaleza. Son las más interesadas por el estudio de los animales, por los cuerpos celestes y por fenómenos naturales personificados. Este sistema de creencias y costumbres, llamado “totemismo”, es un esquema clasificatorio que permite aprehender el universo natural y social bajo la forma de una totalidad organizada.

Los animales en los métodos de adivinación

Los métodos de adivinación siempre fueron aceptados en las sociedades tribales de todos los continentes. Formaban parte de la cosmología de esos pueblos y, por ello, su estudio se convirtió en una de las maneras más eficaces de percepción del universo cultural al que pertenecían.

Su simbolismo es muy rico y se apoya en materiales diversos, que van desde objetos manufacturados, plantas y conchas, hasta partes de animales e incluso animales enteros.

Entre los indios americanos era común la interpretación del comportamiento de los pájaros; algunas de esas creencias se trasladaron incluso a las sociedades modernas, como es el caso de los presagios, anuncios de lluvia, etc. En África, uno de los continentes más ricos en métodos de adivinación, el uso de los animales es más frecuente que en otras regiones. “Ngombo” es un arte muy conocido en la región, y la palabra significa tanto el cesto usado en la adivinación como el espíritu del ancestro que preside los actos de adivinación. En este cesto se usan varios símbolos.

Las partes de animales son una constante: el adivino elige ciertas especies y relaciona sus comportamientos con los problemas concretos planteados por los consultantes.

La razón de la elección de ciertas especies es difícil de explicar. Muchas veces, se atribuyen a los animales reales rasgos que los vuelven fantásticos o monstruosos; por tanto, simbólicos y adecuados a la interpretación adivinatoria.

El león y la pantera simbolizan al jefe en la tierra, por ejemplo, mientras que el oso hormiguero, que habita en hoyos hechos en la tierra, representa a los muertos.

Partes de animales usadas en los cestos adivinatorios

  • Pequeño cuerno de antílope.

El movimiento balanceado en relación con puntos blancos y rojos pintados en el cesto responde si/no (bien/mal) a preguntas formuladas en la sesión.

  • Pata delantera del mono.

Su aparición es un buen presagio, se resolverá el problema.

  • Pangolín (parecido al armadillo).

Se usa para las molestias femeninas.

  • Pata de oso hormiguero.

Símbolo del pasado, de todo lo que está perdido en el tiempo.

  • Púa de puercoespín.

Su aparición en un rincón del cesto significa algo muy negativo.

  • El espíritu del cazador”.

Cazar es una actividad muy valorizada y peligrosa: de ahí todas sus prohibiciones rituales. Se usa el diente de un animal abatido en una cacería, envuelto en una tela roja. La aparición de este diente en el rincón del ceso significa las exigencias del espíritu ancestral con respecto al ejercicio de la caza.

  • Garra o uña del águila real.

Indica que el problema proviene de un hechizo.

  • Pluma roja del pájaro llamado nduwa.

Problemas relacionados con los muertos.

  • Caparazón de tortuga.

Protección del acto adivinatorio.

  • Pata de lagarto de las lluvias.

Revela amores secretos.

  • Cabeza de camaleón.

Enfermedades causadas por hechizos.

  • Cabeza de serpiente.

El daño proviene de una serpiente enviada por un hechicero.

  • Concha.

Usadas en casos de embarazo y fecundidad.

  • Huesos, cuernos y garras de varios animales más.

Muchos de estos elementos se colocan en un cesto de paja con el fondo decorado con piel de gato montés o de otros animales, y en la sesión se “sacude” el cesto; se interpretan los elementos que aparecen por encima. El cesto se sacude varias veces según el diálogo que se establece entre el adivino y el consultante.

Símbolos animales en la astrología

Algunas civilizaciones antiguas construyeron un simbolismo astrológico complejo con sus sistemas de clasificación. Las clasificaciones que realizaron estas sociedades dependieron siempre de las creencias y prácticas a ellas asociadas. Sigue en vigor la pregunta: ¿por qué motivo las antiguas sociedades tomaban a las especies naturales como base de sus clasificaciones? La preferencia por el mundo animal y vegetal en la construcción de los sistemas clasificatorios se debe al hecho de que “proponen al hombre un método de pensamiento”. Por eso los animales están presentes en todos los sistemas astrológicos: el chino resulta ser el que pone más énfasis en su valor simbólico.

En la ASTROLOGÍA CHINA se suceden: la Rata, el Búfalo, el Tigre, la Liebre (o Conejo o Gato, según la interpretación), el Dragón, la Serpiente, el Caballo, la Cabra, el Mono, el Gallo, el Perro y el Jabalí (o Cerdo, según la interpretación).

En la ASTROLOGÍA ZODIACAL tenemos el carnero (Aries), el toro (Tauro), el cangrejo (Cáncer), el león (Leo), el escorpión (Escorpio), el centauro (Sagitario; medio hombre, medio caballo), la cabra (Capricornio) y el pez (Piscis).

En la ASTROLOGÍA VÉDICA aparecen el Mesha (el macho cabrío), Vrishabha (el toro), Kataka (el cangrejo), Smha (el león), Vrischka (el escorpión), Dhanus (el centauro), Makara (con cabeza de ciervo y cuerpo de cocodrilo) y Meena (los peces).

PLEIADES

jueves, 21 de marzo de 2024

ANÁLISIS DE LA CANCIÓN Y EL VÍDEO MUSICAL “LA SALCHIPAPA” DE LETICIA SABATER

Si no habéis visto ni oído el tema y no sabéis quién es la Leticia, mejor para vosotros, creedme.

B

Como hiciera la Motown en la década de los 60 con artistas como Stevie Wonder, The Supremes o Diana Ross, Telecinco está reuniendo a su propio catálogo de genios musicales para devolverle la gloria a la industria cultural española. Por eso, tras el éxito de otras jóvenes promesas como Paquirrín y La Ylenia, le llega ahora el turno a Leticia Sabater, un talento artístico y escénico que vuelve de su glorioso pasado con una composición tan sugerente y rica en matices como es “La Salchipapa” (plato muy típico de nuestra gastronomía que se come en verbenas y resacas).

Leticia (escrita con ce, pues es plebeya), artista que ya fuera musa en los años 80 de toda una generación de politoxicómanos, regresa ahora dispuesta a reinventarse y crear su propio Mr. Hyde con los restos de su fama imperecedera, que cuenta con éxitos como el Leti-Rap o Mr. Policeman, un tema que se ha convertido en un himno para los yonquis que han perdido todos los puntos del carné de conducir.

La canción, como suele ser habitual en el género “Reggaetonto”, posee una gran riqueza léxica, con palabras como “bródel”, “papasito”, “mamasita” o “yatusabe”. Vocabulario que evoca la riqueza cultural de una cárcel guatemalteca. Y todo ello entonado con ese acento caribeño tan típico de Barcelona, ciudad natal de la artista.

Pero a pesar de tal variedad terminológica, el verdadero mensaje reside en el estribillo, que reza “tú salchicha y yo papa, tikitikitiki, takatakataka” y que es una invitación constante a bajarse los pantalones y hacer un bocadillo de muslos y pepino. El oyente puede comprobar enseguida que todo en esta canción es sutil y sugerente como el flyer de un puticlub filipino.

En consonancia con el tono arrabalero de la canción, la audaz intérprete ha adaptado su aspecto y su puesta en escena tomando como modelo a la Barbi vertedero. Forman su atrevida indumentaria un cinturón que le sirve lo mismo de faja que para guardar la munición, un tutú rosa del contenedor, hombreras de avestruz y unas bragas que le trepan por el congrio y se le agarran a un culo que es como dos melones abrazaos. Un atuendo con el que te mirarían de reojo en una boda gitana.

A juego con esta vestimenta, y en un alarde de coquetería, la artista se ha maquillado con la escopeta de Homer Simpson y se ha bronceado con una brocha y un bote de salsa barbacoa. Para completar esta estimulante caracterización, Leticia luce un pelo frito de agua oxigenada con las puntas de colores, consiguiendo así transformarse en la versión choni preziosi de mi pequeño poni.

El resultado de todo el conjunto se asemeja bastante a lo que sería un payaso borracho y apaleado saliendo a rastras de un after.

Pero con la Salchipapa la cosa no se queda únicamente en una magnífica melodía y un vestuario sugerente. Como licenciada en Asco Dramático que es, Leticia domina la escena igual que las grandes divas de la canción ligera. Con la vista fija en la cámara, mirando a las siete y cuarto, la cantante nos seduce con un provocativo arsenal de gestos y acrobacias entre los que destaca “el baile de la teta con baches”, que consiste en realizar movimientos aleatorios y divergentes con cuello, manos y pechos como un pez muriéndose de asfixia.

Esta vez Sabater va un paso más allá del perreo, entrando ya en el terreno de arrastrar el panetone por las baldosas de cualquier tugurio donde ofrezcan un 2x1 en cervemocho.

En cuanto a la producción y realización del vídeo musical, existe la sutil sospecha de que el vídeo se lo ha editado su primo con el paint. Es por eso que este trabajo presume de virguerías técnicas tales como imágenes sobreimpresionadas del tráfico de Sanchinarro, culos de varias señoritas en actitud mamífera y un señor gruesito con los labios pintados que debe de ser el cuñado de Frankenstein. Sin olvidar el prodigio tecnológico que supone ver un plato de salchipapas flotando por la pantalla.

Como conclusión, podemos afirmar que, una vez superados el ébola en los tímpanos y la lepra en los ojos, la Salchipapa es una canción que hará las delicias de todas aquellas personas con una severa merma en sus criterios estéticos y musicales.

-Ángel Sanchidrián

SYNCHRONICITY

miércoles, 20 de marzo de 2024

'SANDÍA SHORE' O EL DRAMA DE COMER CON CALORAZO

Ay, los gaticos! ¡Ay, los monetes! PAPERGREAT.COM

Pensar en comer cuando estás a 45 grados a la sombra es más chungo que esa pesadilla recurrente en la que te presentabas a clase de Historia en pelota picada. Una diatriba del autor de 'Sinopsis de cine'.


Odio el verano, como cualquier persona razonable. Las moscas, los mosquitos, los niños chillando en la calle como si los persiguiera Supernani, la vecina gritando al Óscar y a la Susana que no se metan en lo hondo de la piscina y que suban ya a comer, los adolescentes de botellón ratonero, los perros de tertulia de madrugada… Y por supuesto, las fotos de pies con el texto “aquí, sufriendo”. Un forúnculo te daba yo donde se pliega la ingle, para que sufrieras francamente.

Pero lo peor es el calor. El de Madrid. Aquí en agosto van las chicharras con cantimplora, y abrir una ventana es como asomarse al horno para vigilar la lasaña. Yo me apretaría un cocido montañés o unas patatas con arroz y bacalao a las tres de la tarde, porque soy de cuchara y de pan con la salsa, pero sudo como una vaca cordobesa. Por eso el verano tiene su propio tipo de alimentos, más frescos y ligeros que la comida de verdad, la que se sirve caliente y cubierta por una capa de grasa.

Pero ojo, que hay un inconveniente. Como el verano es la estación del pecado, los alimentos veraniegos tienen una embarazosa particularidad: están pensados para ser consumidos con actitud lameruza y sensualidad estival.

Lo más típico es el helado, y no hay forma decorosa de comerse uno. Yo he visto tragarse un Calippo hasta el yeyuno, de un solo asalto de tráquea. Es un producto creado para sugerir. Aquí lo importante es la actitud; apartarse el pelo de la cara, rodear el polo con los cinco dedos y poner carita de querer que te den chuleta con hueso. Uno se compra un Calippo no porque esté bueno, sino para demostrar al mundo su hondura gutural. Algunos hombres, sin embargo, lo degluten fingiendo desgana, como si la cosa no fuera con ellos, de modo que no parezca que andan buscando regalar su cariño.

Los helados de cono, en cambio, son el equivalente de una relación íntima completa. Sólo tienen de rico el chocolate de arriba y el de abajo, así que te comes gozoso el chocolate de arriba y luego chupas el resto deprisa y sin esmero para llegar al chocolate de abajo, que está todavía más rico y en él reside la enjundia. Uno se enamora del chocolate de arriba, pero se queda a vivir en el de abajo.

Estos helados pueden dejarte churretes de vainilla en los labios y la barbilla, lo que te da un aire traviesón muy actual y desenfadado. Existe la opción de complementar las libaciones dándote golpecitos con el helado en la cara mientras mueves la cabeza a cámara lenta y emites cacofonías de placer, como si fueras una moqueta de hojaldre. Sensual en su justa medida.

También son típicos del verano los granizados, que se comen sorbiendo y chupando el propio líquido, la pajita, los hielos, el vaso y hasta los dedos, rebañándolo todo como una yegua. La mayoría de gente, además, bebe el granizado ayudándose de las pestañas. Para ello debes acompañar las lamidas de un sutil bizqueo, entornar los ojos y parpadear como el router.

Existe una especie de convenio social que te permite tirar cualquier comida a la basura pero que te obliga, en cambio, a apurar los granizados más allá de lo físicamente posible, volcando el vaso en el aire y sacando la lengua con ansia para que caiga en ella hasta la última gota de hielo deshecho. Es algo que ya están estudiando los antropólogos.

En cuanto a las frutas de temporada, tenemos el melón, al que hay que dar unos azotes a ver si está listo para meterle el morro, y la sandía, que se come agarrándola con las dos manos, empotrando la cara en la rodaja y hozando como un cochinín. Luego apartas la cara empapada y escupes las pepitas con desprecio, como quien se quita un pelo de la lengua. Son dos frutas que se comen sin cariño ninguno, directo al tajo.

Como se puede comprobar, todas las comidas veraniegas son eróticas. Todas a excepción del gazpacho, que tiene una digestión complicada. Y es que el gazpacho se repite como la letra de una sevillana, por mucho comino que le eches. Entra suave en el cuerpo pero sale en llamas. Después de comer gazpacho se te escapa un eructo y el gato baila y te pide unas cañas.

Lo que yo recomiendo es pasar a la fabada y las lentejas en cuanto empiece a refrescar lo más mínimo, ya que esas comidas no se prestan a equívocos ni sutilezas. Solos tú y tu cuchara.


Publicado el 31/8/2015 Ángel Sanchidrián

LUCIFER

Lucifer, eternamente aburrido, pareció salir de su ensimismamiento cuando la cuadrilla de ladrones, con Esther a la cabeza, entró en el salón.

Beni

martes, 19 de marzo de 2024

LA CIGARRA Y LA HORMIGA

Érase una vez una cigarra, la Ylenia, que se pasaba el día tocándose el corchopán en el parque. La cigarra Ylenia no quería terminar la ESO ni llevar un currículo al Bershka para una media jornada. Ella sólo quería perreo y calimocho. Por la mañana se pintaba la raya del ojo hasta el hueso occipital, se ponía unos pendientes como los columpios de dos cacatúas y no volvía a casa hasta la hora de la cena.

Siempre estaba con su novio, el grillo Lenin Báiron, que era filósofo callejero y compositor de reguetón. En su Facebook ponía que había estudiado en la universidad de la vida. También había compuesto un tema, el “cri, cri, sabrosura”, que la Ylenia bailaba perreando en una maceta dando palmas con los leggins.

Un día estaba la Ylenia tumbada en el césped, escuchando al Daddy Yankee en el móvil sin auriculares, cuando pasó frente a ella una hormiga que volvía agotada a su casa después de una dura jornada de trabajo.

- ¡Adónde vas con este calor, somiérdago! – le dijo la cigarra.- Que aquí tirao se está mazo de lujo con los colegas. 
- Vengo de trabajar – contestó la hormiguita.
- Buá, chaval, qué pringá.
- ¿Acaso tú no trabajas?
- Trabajar pa qué, si mis viejos me dan pasta. Yo me voy a operar las antenas para ponérmelas más gordas y me voy a ir al Gran Hermano a petarlo. Y luego a Cucarachas y cigarras y viceversa.
- ¿Esas son tus aspiraciones? – le preguntó la hormiga.- Vergüenza me daría a mí.
- ¡Que me comas el coño, flipá! Yo soy la reina de las tarimas, ¿te enteras? – dijo la Ylenia chascando los dedos y estirando los labios.

La hormiguita siguió caminando hacia su casa pensando que si esa tenía que pagarle la pensión en un futuro, lo llevaba claro, y que más le valía ponerse a ahorrar para su jubilación.

Así continuaron las cosas durante meses. Cada vez que la cigarra Ylenia la veía volver a casa después del trabajo, se reía de ella, le tiraba las cáscaras de pipa y le azuzaba al rottweiler.

Pero un día a la cigarra sus padres le quitaron la paga y la echaron de casa. Ella entonces, viéndose en la calle, fue a casa de la hormiga y tocó su timbre.

- ¿Quién es? – preguntó la hormiguita.
- La Ylenia.
- ¿Qué te pasa?
- Mis viejos, que se han mosqueao.
- Y a mí qué me cuentas.
- Déjame un euro para una litrona, tronca.
- Ni hablar.
 
- Venga, tírate el rollo, que no es pa porros.
- Tanto que te reías de mí por tener que ir a trabajar. ¿Y ahora qué? Ahora te las apañas tú sola.
- ¡Te vas a cagar, payasa! ¡Como te pille te reviento!

Y así, la cigarra Ylenia se fue a casa del Lenin Báiron a ver si podía quedarse allí a dormir hasta que se pasara la movida mazo chunga.

Moraleja: si estás todo el día sin hacer nada, por lo menos no toques los huevos.

-Ángel Sanchidrián

EXILIO

La condena al exilio era terrible, pero cuando ella se empeñó en acompañarle fue menos dolorosa aunque el camino de su hogar a su futuro incierto no fue tampoco fácil.

Liath

lunes, 18 de marzo de 2024

ALGO DE COCINA ANTIGUA

Si abrimos el volumen segundo del monumental e inestimable Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico de Joan Corominas, en la palabra cocer se lee, entre otras cosas, lo siguiente: «Del latín vulgar cocere, del latín clásico coquere. La palabra cocer es de uso muy antiguo en castellano, pues ya la usa Gonzalo de Berceo: «En las regiones y países de seseo cocer es hoy verbo caduco en castellano hablado por la homonimia con coser, en la Argentina y, en general, en América se reemplaza por cocinar, que así pierde su matiz distintivo».

En latín tardío a la cocina se la llamaba coquina, que derivó en codna en el latín vulgar. El ya citado Berceo usa la palabra cocinero, que reemplaza al latín coquus. En Italia se conserva el uso de esta palabra, llamando cuoco al cocinero, y en nuestro país, Ruperto de Nola escribe en el siglo XV un libro en catalán titulado Libre de coc, traducido al castellano como Libro de cocina.

Quizá el primer hombre que descubrió la cocina o, mejor dicho, el arte de cocinar fue un habitante prehistórico de nuestro planeta que encontró un buen día un animal medio quemado en un incendio casual de un besque. Acuciado por el hambre le hincó el diente y se dio cuenta de que la carne asada tenía mejor sabor que la cruda con que acostumbraba a alimentarse. Sin duda es el asado el primer plato que se dio a conocer.

El padre Homero nos habla de asados de carneros, cerdos, ternera y cabra, todo lo cual debería hacerse a pleno aire, aunque no es difícil suponer que algún lugar había en la casa Para cocinar, por lo menos en los días de lluvia. De todos modos los griegos hablaban de Cadmo, cocinero del rey de Sidón, hijo de Agenor, hermano de Europa, fundador de la ciudad de Tebas e inventor de la escritura. En el siglo VII a. de J.C. los banquetes tenían lugar en el Megaron, sala que servía lo mismo para un banquete que como punto de reunión. No habla mobiliario, pues no olvidemos que hasta muy entrada la Edad

Media no se reservó un sitio determinado para el comedor. La frase «poner la mesa» significaba exactamente lo que dice, pues la mesa consistía en unas tablas puestas sobre unos soportes y que se cubría con un mantel, retirándose todo después de la comida.

A los invitados se les lavaban los pies, se les entregaba una copa y pan, este último muchas veces perfumado con anís. El esclavo que se encargaba de trinchar las carnes reservaba las partes nobles del animal para los invitados de mayor importancia. Es curioso que el vino se mezclaba con agua en proporciones que hoy nos parecerían imposibles. Fueron los griegos los que perfeccionaron los utensilios de cocina que, muy probablemente, copiaron de los egipcios y otros pueblos orientales, aunque las ollas y las cacerolas se encuentran ya entre los restos de los hombres prehistóricos.

En realidad la cocina griega no empezó a ser importante hasta los tiempos de Pericles, a seguido de la influencia de los egipcios. Conocemos relativamente poco de la cocina de estos últimos. Pierre Montet, en su excelente libro La vida cotidiana en Egipto en tiempo de Ramsés, nos da una idea bastante clara de la cocina egipcia. Según este libro el alimento que se consumía entonces era básicamente la carne, especialmente de buey y la de ciertos pájaros, que se comían crudos en salazón. La cebolla y el ajo eran muy apreciados, así como el pescado, conservado en salmuera. Como frutas se servían las sandías, los pepinos y los melones, mientras que las peras, los melocotones, las almendras y las cerezas no hicieron su aparición hasta la época de la dominación romana. Se consumía mucho pan. La bebida nacional era la cerveza, pero sin usar levadura, por lo que debía consumirse rápidamente, pues si no se agriaba. Los egipcios comían sentados, separados los hombres de las mujeres, y es curioso comprobar que usaban cucharas y tenedores de madera o de metal. Recuérdese que el tenedor fue introducido en Europa ya entrada la edad moderna primero por los venecianos y luego por Catalina de Médicis en Francia, desde donde se extendió a toda Europa, pero cuyo uso fue considerado en un principio como un signo de afeminamiento.

Los que hayan visto películas de las llamadas «de romanos» o hayan leído el Satiricón de Petronio tendrán una cierta idea de cómo se desarrollaban los banquetes en la antigua Roma. Claro está que lo descrito en estas

obras se refiere a banquetes dados por el emperador o por gente rica como los grandes patricios o ricos advenedizos como el Trimalción de la obra de Petronio.

Según parece estos grandes comilones apostaban más por la cantidad o rareza de 105 manjares que por su calidad. Así, comían pasteles de lenguas de ruiseñor o de sesos de alondra. Las comidas eran tan abundantes que a mitad de ellas los comensales se retiraban al vomitorium, en donde, excitándose la garganta con plumas de pavo real, devolvían lo comido para poder así continuar comiendo. Claro está que al lado de estos banquetazos la plebe comía lo que podía y se apuntaba a cualquier festejo en que se le repartiese pan, queso o las migajas que sobraban de los banquetes de los señores.

Dos nombres se han hecho célebres en los anales de la gastronomía romana: Lúculo y Apicio. Del primero se cuenta que gastaba fortunas buscando los manjares más raros y exquisitos, dando pantagruélicos banquetes. Pero cierto día, no teniendo comensales a quien invitar, cenó solo, por lo que su mayordomo le preparó una cena más modesta que las habituales. Lúculo se extrañó y le preguntó el porqué de tal modestia.

-Como hoy comes solo.

-No olvides que hoy Lúculo cena en casa de Lúculo. Otro día unos amigos suyos se invitaron inesperadamente para ver si le ponían en un compromiso. Lúculo solamente pidió que le dejasen dar órdenes a su mayordomo para que preparase la cena, y al hacerlo le indicó que quería que fuese servida en la sala de Apolo. Los invitados quedaron sorprendidos al ver la exquisitez y la abundancia de los manjares que les servían y Lúculo les reveló el secreto:

-Cuando he dicho a mi mayordomo que preparase la cena en la sala de Apolo ya sabía que en ella se ofrecen las más exquisitas y reflnadas viandas.

Y les explicó que cada sala de su palacio tenía asignada una cantidad para gastar en las comidas. No se olvide que Lúculo no sólo era un gran gastrónomo, sino un gran general, vencedor de Mitrídates, y que se dedicó al arte culinario cuando se retiró de sus campañas, rodeándose de los más celebrados ingenios que había en Roma, como Cicerón, Catón o Pompeyo. Por otra parte introdujo en Italia la cereza, el faisán y el melocotón, que había conocido en sus campañas en Oriente.

Apicio, por su parte, es el autor de sus Diez libros de cocina y vivió hacia el año 25 d. de J.C. No sólo era aficionado a la cocina, sino que también cultivaba los amores homosexuales, pues tuvo como amante a Seyano que luego fue favorito del emperador Tiberio. Sus platos favoritos eran el talón de camello y la lengua de flamenco y como pescado apreciaba sobre todo los salmonetes. Se arruinó en locuras gastronómicas en las que derrochó cien millones de sextercios, y cuando no le quedaban más que diez millones, considerando que esta suma era. insuficiente para vivir, se suicidó. Algunos tratadistas dicen que inventó la bullabesa.

DURMIENDO CON LUCÍA

Cada noche de luna llena, Jorge acudía a la tumba de Lucía y permanecía con ella hasta el amanecer.

Beni

viernes, 15 de marzo de 2024

UN AVILESINO A BORDO DEL TITANIC

Servando Ovies murió en el
hundimiento. Vivía en Cuba y había vuelto a Europa por negocios.

Servando Ovies Rodríguez era su nombre. Uno de los cuatro españoles ahogados entre los diez que viajaban en el Titanic era asturiano. Se cuenta que cuando Servando Ovies estuvo por última vez en Avilés, antes de ir a Francia para embarcar en Cherburgo, asistió a una comida de despedida en el chalet de los Pola, en La Magdalena, ofrecida por su tía Florentina Rodríguez, casada con José Manuel García-Pola Cueto, que eran consuegros del que fuera alcalde avilesino y fundador de 'El Diario de Avilés', Florentino Álvarez-Mesa y Arroyo. Al parecer, a los postres y ante los temores que mostraban algunos de los presentes por el viaje que iba a emprender, Servando les tranquilizó afirmando que él iba a estar más seguro en aquel moderno barco que todos ellos en aquel comedor. Hoy, el pecio del Titanic descansa en el fondo del mar y el viejo caserón sigue en pie y en uso.

La historia de Servando Ovies es la de muchos asturianos que cruzaron el charco en busca de un futuro que aquí no tenían. Se les llamó indianos, americanos o cubanos, en el caso de Avilés, dado que en la villa se eligió mayoritariamente aquella isla antillana como destino. La ciudad debe a uno de aquellos indianos su primer alumbrado público, donado por Leopoldo González-Carvajal y Zaldúa, marqués de Pinar del Río, provincia en la que se había enriquecido con vegas de tabaco, junto a fábricas de puros en La Habana. Otros lograron su dinero con los ingenios de azúcar y su cultivo o con la banca. Pero buena parte de ellos hicieron fortuna con el comercio, a lo largo de toda la isla y principalmente en La Habana, donde las más importantes tiendas pertenecían a asturianos.

Uno de aquellos prósperos establecimientos era el Palacio de Cristal, una sedería que había abierto sus puertas en 1850 en la calle Mercaderes. En 1898 se trasladaría a la esquina de las calles Muralla y La Habana, hasta que precisamente en 1912 cambiaría a Aguiar 569. Su negocio consistía inicialmente en la importación de tejidos y sedas de Europa, llegando en sus últimos años a fabricar sus propios productos, como las sábanas Palacio, pantalones Comander y guayaberas Comodoro.

Había sido fundada por el avilesino José Antonio Rodríguez López, tío de Servando, destacado indiano casado con Isabel Suárez Puerta. Según parece, Servando Ovies había llegado a Cuba en 1891, con sólo 15 años, para trabajar en el negocio de su tío José Antonio Rodríguez. Sabemos que cuando murió en el Titanic trabajaba para Rodríguez y Compañía, la sociedad que explotaba entonces el Palacio de Cristal, de la que era uno de sus gerentes y para la que se supone que había venido a Europa a realizar compras y pedidos.

Nacido en Avilés el 21 de febrero de 1876, en la calle del Rivero, fue bautizado dos días después en la parroquia de San Nicolás con los nombres de Servando José Florentino, según consta en su archivo. Era hijo de Ramón Ovies Blanco, de la misma parroquia, y de María del Carmen Rodríguez, de La Magdalena.

Su temprana emigración, que era propia de la época, hizo que viviese la mayor parte de su vida en Cuba, lejos del terruño. Allí se casó el 16 de julio de 1909 -con 33 años, sólo tres antes de la tragedia- con Eva Matilde López del Vallado Riverón, que era cubana, hija de un emigrante santanderino.

Cuando desaparece Servando, con 36 años recién cumplidos, su mujer estaba embarazada del que iba a ser su único hijo, razón por la que no le habría acompañado a Europa, según unas versiones, aunque otras dicen que ya había nacido; le pondría por nombre Ramón Servando Ovies López del Vallado.

Por la documentación publicada con relación al viaje del Titanic, se sabe que Servando Ovies tomó el barco en su escala de Cherburgo (Francia), el miércoles 10 de abril de 1912, ocupando el camarote de primera clase D-43, cuyo pasaje (con el número 17.562) le costó 27 libras con 14 chelines y 5 peniques. Quiso la casualidad que en la cabina C-65 de la misma clase viajara Víctor Peñasco Castellana, de 24 años, hijastro del general de división avilesino Julián Suárez-Inclán González. Realizaba un largo viaje alrededor del mundo con su esposa, María Josefa Pérez de Soto, y su sirvienta, Fermina Oliva Ocaña, que sí sobrevivieron, rescatadas por el Carpathia.

Dudosa identificación

Al no encontrarse entre los supervivientes ni entre los cadáveres identificados, inicialmente se le dio por desaparecido, aunque finalmente su primo José Antonio Rodríguez Fernández, identificó como suyo uno de los cadáveres enterrados en el cementerio Fairview de Halifax, en Canadá, el 3 de mayo. Pertenecía a los recuperados el 22 de abril por el buque Mackay-Bennett, uno de los que intervino en el rescate, señalado con el número 189, que se describe en la ficha que consta en los archivos, como un varón de unos 28 años y pelo oscuro, que se creyó pertenecía a un marinero de la tripulación por llevar un abrigo negro, pantalones azules de sarga y camisa gris. También llama la atención que en la descripción no se hiciera mención del generoso bigote que tenía, según las fotos conocidas, y que, sin embargo, sí se menciona en otros cadáveres recuperados, ni del anillo que reclamó su viuda.

No es posible saber si aquella identificación de su primo se debió a la conveniencia de su viuda para reclamar la correspondiente indemnización por su fallecimiento y resolver su herencia, a efectos legales. Se dice que ella recibió 286.000 de las pesos por su participación en el negocio. Lo cierto es que resulta poco convincente aquel reconocimiento de un cadáver exhumado un mes después de la muerte, quién sabe en qué condiciones de conservación y con pocas coincidencias con nuestro personaje. El caso es que, resuelto el trámite legal y habida cuenta de su condición de católico, se trasladaron los restos el 15 de mayo de 1912 al cementerio católico del Monte de los Olivos, en el mismo Halifax, donde siguen reposando junto a otras 18 víctimas de aquel naufragio.

No hubo una gran cobertura de la noticia en la prensa asturiana. Sólo en 'El Diario de Avilés' se dio una primera información el 19 de abril, en la que se decía erróneamente que nuestro paisano había sobrevivido: «Hemos sabido con satisfacción que nuestro convecino don Servando Ovies, hermano político de don Celestino Rodríguez y gerente de la importante casa comercial de la Habana 'Palacio de Cristal' y que iba de pasaje en el vapor 'Titanic', se salvó del tremendo naufragio ocurrido hace pocos días». Pero dos días más tarde, el domingo 21 de abril, rectificaría y confirmaba que la familia había recibido un 'cablegrama', en el que se daba cuenta de su fallecimiento, aunque cometían el error de invertir el orden de sus apellidos en la noticia.

08.04.12 - LUIS MUÑIZ

SYNCHRONICITY

jueves, 14 de marzo de 2024

HOMENAJE A FÉLIX


Como no podía ser de otra manera, la ornitosecta se une a este gran homenaje que todos los amantes de la naturaleza estamos realizando este año al que fue nuestro gran mentor, ídolo, guía, nuestro ejemplo a seguir.

Aquél que revolucionó la sociedad española en la década de los setenta con "El Hombre y la Tierra", la mejor serie de televisión que se ha producido en este país, serie por la cual no pasan los años.

El 14 de marzo de 1980 nos dejó este gran naturalista. Se cumplen treinta años de la dramática muerte de Félix Rodríguez de la Fuente.

Sirvan estas líneas para rendirle un humilde tributo. Sin embargo, esto no es más que un blog. Cuando realmente honoramos a Félix es cuando salimos al campo y disfrutamos del sobrecogedor planeo del águila real, de los graznidos de los córvidos, de las correrías de los jabalíes, cuando aumentamos nuestros conocimientos gracias a las lecturas de sus publicaciones, o cuando vemos sus documentales. Cada vez que luchamos por la protección de un área amenazada, por la conservación de una especie animal o vegetal cuya existencia peligra, o por los derechos de las tribus indígenas. En cada una de esas ocasiones también le homenajeamos.

Es justo reconocerle a Félix lo que se merece. Sin su labor posiblemente no podríamos disfrutar del planeo de ese águila que he mencionado más arriba.

Cada vez que se me pasa por la cabeza la idea de que llevamos treinta años sin él algo siniestro me atraviesa el corazón. Qué enorme pérdida. Cuanto nos hemos quedado por conocer, por contemplar a través de las cámaras que él dirigía. Pero también es grande el legado que nos dejó. Y no solo en forma de publicaciones, programas de televisión o de radio. El legado más grande que dejó Félix son las hordas de naturalistas de campo que creó.


Mucha gente me pregunta de dónde vino mi afición por la naturaleza y los animales en general, y por las aves en particular. La respuesta es bien sencilla: desde mi más tierna infancia tuve la suerte de que se conjuntaran dos grandes influencias en mi vida. Por un lado estaba Félix en la televisión, instruyéndome, asombrándome con las maravillas del mundo animal. Por el otro se hallaba la sierra del Corredor, sus bosques. Este parque natural se halla cerca del pueblo de Vallgorguina, a unos cincuenta kilómetros de Barcelona. Y en aquellos bosques pasaba yo los fines de semana y las vacaciones de verano, siendo testigo en directo y en primera fila de aquello que mi ídolo mi mostraba a través de la pequeña pantalla.

No imaginaba yo que en los años venideros iba yo a disfrutar en directo de buena parte de la fauna que él me había mostrado en televisión y que se me había vetado de niño al no hallarse presente en la sierra del Corredor: muflones, quebrantahuesos, águilas reales, ciervos, y muchos otros animales fueron desfilando frente a mis ojos a medida que fui creciendo y pude visitar otros lugares de la geografía ibérica. Tengo la espina clavada todavía de los grandes carnívoros de la península: el lobo, el lince y el oso. Pero me siento un privilegiado por haber presenciado las peleas de los machos de muflón, la migración de las rapaces en otoño, las carreras de los jabalíes acompañados de sus jabatos, los vuelos de las águilas culebreras transportando serpientes a su nido, el gran espectáculo del búho real marcando su territorio al anochecer... y de infinidad de cosas más que jamás podrían resumirse en unas pocas líneas.

El más grande divulgador de la fauna que ha existido en este país (y uno de los más grandes a nivel mundial) no se merece menos que un rincón dedicado siempre a él en nuestras memorias, y sobre todo nuestro eterno agradecimiento.

Así que, Félix, no puedo dejar de darte las gracias una y otra vez, por haber existido y por haberte dedicado a lo que decidiste dedicarte.

No quisiera olvidar a Alberto Mariano Huéscar ni a Teodoro Roa, que también murieron (junto con el piloto Warren Dodson) en aquel accidente de avioneta. Las vidas de tres naturalistas se vieron truncadas en el momento más inesperado por amor a la naturaleza, por defender la fauna y la flora de nuestra Tierra.

Cristina Prieto, ornitosectaria, compañera de andanzas, coordinadora de la plataforma "Salvemos los buitres", gran amiga mía, enorme naturalista de campo y mejor persona no ha querido perder la oportunidad de dedicarle también unas líneas a su admirado Félix Rodríguez de la Fuente:

"Félix Rodríguez de la Fuente ha sido para mí más que un maestro, para mí ha sido (y continúa siendo) un héroe. Sus programas sobre animales, indígenas y aventuras en las lejanas selvas de Latinoamerica cautivaron mi mente cuando era niña. Sinceramente, le debo gran parte de lo que soy a Félix. Sin darme cuenta sus narraciones e imágenes estaban "modelando" mi futura vida de naturalista y conservacionista. No te olvido maestro, te veo en cada águila y en cada lobo, en cada río y en cada bosque, te veo en la gente que lucha y en la gente que sufre la destrucción de nuestra Madre Tierra. Un abrazo, estés donde estés."

Daniel González Martín, ornitosectario, compañero de campo desde hace ya veinte años, naturalista también, bibliotecario y casi ya biólogo realiza unas reflexiones sobre su persona y obra:

"A mi ara no m’agrada massa veure els documentals de Félix Rodríguez de la Fuente. Em passa amb moltes coses que abans mirava amb molt d’interès, quan era més petit, i que ara no em criden ni de llarg la mateixa atenció. Gairebé em passa al contrari. Molts programes i sèries que abans mirava ara em produeixen més vergonya que una altra cosa (a excepció de “Ulisses 31” ). Recordo els documentals de Félix Rodríguez de la Fuente molt sensacionalistes. Cada cop accepto de menys bon grat segons quins enfocaments, i lamento que sigui difícil trobar documental amb un guió mesurat.
Però em resulta molt fàcil lloar i trobar a faltar alhora el tipus de divulgador que va ser Félix Rodríguez de la Fuente. Per molts motius. Va fer una tasca divulgadora fantàstica. Molts companys de biologia reconeixien ser-hi allà esperonats per l'interès per la fauna que ens va transmetre. A més, conec a molts naturalistes no directament lligats al món acadèmic que són autèntics naturalistes. És a dir, que no només miren ocells amb la finalitat de marcar com a vista aquella espècie, fan la foto i marxen. Aquests naturalistes dels que parlo ara van a mirar tot animaló que puguin trobar-se. Una altra situació que penso no es dóna ara com abans és l’existència de divulgadors propers. Les noves tecnologies ens connecten d’una manera ràpida i senzilla amb tot el món. Ara podem visionar documentals d’arreu. Ens arriben grans produccions anglosaxones de molta qualitat, (tot i que de vegades tan o més sensacionalistes), però tenim pocs divulgadors de la nostra fauna. Tenim divulgadors sobretot mediambientals, que parlen de l’entorn natural de vegades des d’un enfocament de salut i qualitat de vida. No vull insinuar que això no tingui la seva importància. Però amb en Félix Rodríguez de la Fuente els animals eren els protagonistes, i ho eren els d’una regió faunísticament parlant molt important: La península Ibèrica, que coneixem millor i estimem més gràcies a ell."i

La ornitosecta ha hablado.

Nunca firmo las entradas del blog, pero para mí es un honor hacerlo en este caso.

Larga vida entre las águilas al Cetrero Mayor del Reino.

Jordi Sala


i “A mí ahora no me gusta demasiado ver los documentales de Félix Rodríguez de la Fuente. Me pasa con muchas cosas que antes miraba con mucho interés, cuando era más pequeño, y que ahora no me llaman ni de largo la misma atención. Casi me pasa lo contrario. Muchos programas y series que antes miraba ahora me producen más vergüenza que otra cosa (a excepción de "Ulises 31"). Recuerdo los documentales de Félix Rodríguez de la Fuente muy sensacionalistas. Cada vez acepto de menos buen grado según qué enfoques, y lamento que sea difícil encontrar documental con un guión medido.
Pero me resulta muy fácil alabar y echar de menos al mismo tiempo el tipo de divulgador que fue Félix Rodríguez de la Fuente. Por muchos motivos. Hizo una labor divulgadora fantástica. Muchos compañeros de biología reconocían estar allí espoleados por el interés por la fauna que nos transmitió. Además, conozco a muchos naturalistas no directamente ligados al mundo académico que son auténticos naturalistas. Es decir, que no sólo miran pájaros con la finalidad de marcar como a vista esa especie, hacen la foto y se marchan. Estos naturalistas de los que hablo ahora van a mirar todo animalito que puedan encontrarse. Otra situación que creo no se da ahora como antes es la existencia de divulgadores cercanos. Las nuevas tecnologías nos conectan de una manera rápida y sencilla con todo el mundo. Ahora podemos visionar documentales de todo. Nos llegan grandes producciones anglosajonas de mucha calidad, (aunque a veces tan o más sensacionalistas), pero tenemos pocos divulgadores de nuestra fauna. Tenemos divulgadores sobre todo medioambientales, que hablan del entorno natural a veces desde un enfoque de salud y calidad de vida. No quiero insinuar que esto no tenga su importancia. Pero en Félix Rodríguez de la Fuente los animales eran los protagonistas, y lo eran los de una región faunísticamente hablando muy importante: La Península Ibérica, que conocemos mejor y preferimos gracias a él”

AÑORADO FÉLIX RODRÍGUEZ DE LA FUENTE

El día 14 de marzo de 1980 nuestro afamado naturalista burgalés Félix Rodríguez de la Fuente murió en accidente en los paisajes helados de Anchorage (Alaska) cuando filmaba una carrera de trineos con perros para uno de sus documentales. Ese día cumplía 52 años. Javier Reverte relata en el libro de sus viajes por Alaska y el río Yukón -“El río de la Luz”, muy recomendable- una historia enternecedora sucedida en esos parajes del hielo y la noche polar. En el mes de diciembre de 1925 se desató una epidemia de difteria en la ciudad de Nome emplazada en el extremo más septentrional de Alaska donde la vida humana se aproxima al Polo Norte. A casi 2000 kilómetros en dirección Sur los habitantes de la ciudad de Anchorage recibieron la noticia telegrafiada. Disponían de trescientas mil vacunas contra la enfermedad. Desde allí se organizó una carrera de trineos tirados por perros que llegó a tiempo de frenar la estampida del contagio. Esta efeméride se recuerda cada año con una competición singular de perros y trineos. Allí, entre ávidas lenguas de glaciares, ríos plateados, bosques hostiles y montañas de luz de luna, la mirada Félix se perdió para siempre.

La figura enjuta de Rodríguez de la Fuente se coló en mi casa a través del programa televisivo “El Hombre y la Tierra” en la década de los 70 –ahora con nuevo diseño en TVE-. Su voz persuasiva nos iba mostrando las imágenes de los diferentes ecosistemas de la Naturaleza; la vida de los animales en cárcavas, buitreras, arroyos y riscos inaccesibles; un nuevo retrato de los lobos tras sus siniestras historias depredadoras...; Su clara pedagogía nos instruía y educaba a los oyentes del programa en la firme defensa por la integración de los seres vivos en la pirámide ecológica como base de la subsistencia de la raza humana. Su discurso de verbo fácil y asequible para todos condujo ese engranaje de seducciones hasta hacernos cautivos de su emisión televisiva. En este contexto hemos educado a los hijos que hicieron de los animales sus lecturas, sus juegos y hasta una primera enciclopedia cosida con fascículos semanales.

Desde el año 2004 existe la fundación Félix Rodríguez de la Fuente creada por su familia para salvaguardar su memoria y gestionar los numerosos proyectos que favorecen al mundo rural y a la naturaleza. Entre otras cuestiones se plantean recuperar población humana en aquellas zonas donde la despoblación rural es alarmante. Acercar iniciativas de progreso a los ciudadanos es problema de divulgación. Este objetivo se enmarca a través de “Convergencia Rural-Naturaleza (RuNa)” El enlace para informarse es: www.ruralnaturaleza.com/faq (Mal lo vamos a tener los que aún no contamos con la banda ancha rural en las conexiones a Internet). En algunas Comunidades Autónomas: Andalucía, Castilla la Mancha y Extremadura, se está iniciando el programa “Run@ Emprende” cuyo objetivo se centra en la promoción y fomento de nuevas actividades económicas sostenibles en el ámbito de aquellas zonas rurales más desfavorecidas por la emigración. Se puede saber más en la página. www.runaemprende.es y en la revista editada en papel y en formato digital. www.agendaviva.com.

Recordar la memoria de Félix me lleva a tiempos pretéritos cuando la información era próxima y circular. Ahora la comunicación globalizada deja al mundo a nuestros pies. Hay que mirar al futuro y no a la pared de enfrente. Eso creo.

Guadalupe Fernández de la Cuesta

12 de Marzo de  2010

FÉLIX SE FUE

Al cumplirse 30 años de su muerte, aún inspira el legado de Rodríguez de la Fuente

ISABEL P. DEL PUERTO (EFE) / M

Personaje clave en la lucha por la conservación de nuestro patrimonio natural en los años 60 y 70 del siglo pasado, Félix Rodríguez de la Fuente continúa siendo, al cumplirse 30 años de su muerte, un referente mundial de la protección del medio ambiente. 
Su ingente trabajo, íntimamente vinculado a la divulgación en los medios de comunicación, sobre todo en televisión, despertó muchas vocaciones en unos niños y jóvenes que ahora, ya en la madurez, se dedican profesionalmente a la investigación, la conservación o la divulgación ambiental. 
Hoy se cumplen 30 años del trágico accidente aéreo que, en los hielos de Alaska, acabó con la vida de quien mostró a los españoles de entonces cómo vivía el lobo o el lince ibérico, cómo las nutrias desaparecían de nuestros ríos o cómo el águila imperial, majestuosa, atrapaba a sus presas. El 14 de marzo de 1980 Félix Rodríguez de la Fuente se encontraba en Alaska junto a su equipo de El Hombre y la Tierra, el programa que semanalmente se asomaba a las pantallas de TVE y que él dirigía y presentaba, para tomar imágenes de la Iditarod Trail Sled Dog Race, la carrera de trineos tirados por perros esquimales más importante del mundo. 
Aquel día, en el que Félix cumplía 52 años, el equipo de rodaje era tan numeroso que para su traslado fueron necesarias dos avionetas. Al poco de despegar, y dado que los dos aparatos volaban a escasa distancia, Miguel Molina, cámara de Televisión Española, fue testigo de la tragedia. «Le dije: Tony (el piloto del aparato), acaba de caer una avioneta. Se derrumbó sobre los mandos al darse cuenta de que era su amigo y compañero el que había caído», recuerda. 
Nunca se han conocido con claridad los motivos del accidente que costó la vida a Rodríguez de la Fuente, al piloto de la avioneta, Warren Dobson, al cámara Teodoro Roa y a su ayudante Alberto Mariano Huéscar. «Pudieron ocurrir mil cosas», cuenta Miguel Molina, que trabajó con Félix durante cinco años. «Estábamos -continúa su relato- acostumbrados a hacer locuras para conseguir las mejores imágenes». El accidente se conoció en España un día después. La noticia conmocionó a todo el país. 
Miguel Molina habla de Rodríguez de la Fuente con admiración y respeto, y lo define como «un niño grande» que, aunque tenía un carácter «fuerte» y «muy exigente» era, al mismo tiempo, un hombre «muy ameno y divertido» que «no hacía más que preocuparse por la naturaleza» y que murió en un momento «muy especial» de su vida. 
Asegura que a Félix le costó «mucho llegar profesionalmente donde estaba» y que, a pesar de las dificultades que encontró, era un «luchador» que no reconocía «nunca» la posibilidad de la derrota. Por eso, añade, «si viviera ahora estaría aterrado» con lo que ocurre. 
Los que le conocieron señalan que fue un adelantado a su tiempo, y destacan que sus ideas sobre conservación abarcaban todos los aspectos del ecosistema, consciente de la importancia de mantener un equilibrio para el cual todas las piezas son imprescindibles.

CERRADO PERMANENTEMENTE

  Pues sí, cierro el blog. Pienso simplificar mi vida lo más posible y eso significa pasar menos tiempo enganchada a una pantalla. Obviament...