Servando Ovies murió en el
hundimiento. Vivía en Cuba y había vuelto a Europa por negocios.
Servando Ovies Rodríguez era su nombre. Uno de los cuatro españoles ahogados entre los diez que viajaban en el Titanic era asturiano. Se cuenta que cuando Servando Ovies estuvo por última vez en Avilés, antes de ir a Francia para embarcar en Cherburgo, asistió a una comida de despedida en el chalet de los Pola, en La Magdalena, ofrecida por su tía Florentina Rodríguez, casada con José Manuel García-Pola Cueto, que eran consuegros del que fuera alcalde avilesino y fundador de 'El Diario de Avilés', Florentino Álvarez-Mesa y Arroyo. Al parecer, a los postres y ante los temores que mostraban algunos de los presentes por el viaje que iba a emprender, Servando les tranquilizó afirmando que él iba a estar más seguro en aquel moderno barco que todos ellos en aquel comedor. Hoy, el pecio del Titanic descansa en el fondo del mar y el viejo caserón sigue en pie y en uso.
La historia de Servando Ovies es la de muchos asturianos que cruzaron el charco en busca de un futuro que aquí no tenían. Se les llamó indianos, americanos o cubanos, en el caso de Avilés, dado que en la villa se eligió mayoritariamente aquella isla antillana como destino. La ciudad debe a uno de aquellos indianos su primer alumbrado público, donado por Leopoldo González-Carvajal y Zaldúa, marqués de Pinar del Río, provincia en la que se había enriquecido con vegas de tabaco, junto a fábricas de puros en La Habana. Otros lograron su dinero con los ingenios de azúcar y su cultivo o con la banca. Pero buena parte de ellos hicieron fortuna con el comercio, a lo largo de toda la isla y principalmente en La Habana, donde las más importantes tiendas pertenecían a asturianos.
Uno de aquellos prósperos establecimientos era el Palacio de Cristal, una sedería que había abierto sus puertas en 1850 en la calle Mercaderes. En 1898 se trasladaría a la esquina de las calles Muralla y La Habana, hasta que precisamente en 1912 cambiaría a Aguiar 569. Su negocio consistía inicialmente en la importación de tejidos y sedas de Europa, llegando en sus últimos años a fabricar sus propios productos, como las sábanas Palacio, pantalones Comander y guayaberas Comodoro.
Había sido fundada por el avilesino José Antonio Rodríguez López, tío de Servando, destacado indiano casado con Isabel Suárez Puerta. Según parece, Servando Ovies había llegado a Cuba en 1891, con sólo 15 años, para trabajar en el negocio de su tío José Antonio Rodríguez. Sabemos que cuando murió en el Titanic trabajaba para Rodríguez y Compañía, la sociedad que explotaba entonces el Palacio de Cristal, de la que era uno de sus gerentes y para la que se supone que había venido a Europa a realizar compras y pedidos.
Nacido en Avilés el 21 de febrero de 1876, en la calle del Rivero, fue bautizado dos días después en la parroquia de San Nicolás con los nombres de Servando José Florentino, según consta en su archivo. Era hijo de Ramón Ovies Blanco, de la misma parroquia, y de María del Carmen Rodríguez, de La Magdalena.
Su temprana emigración, que era propia de la época, hizo que viviese la mayor parte de su vida en Cuba, lejos del terruño. Allí se casó el 16 de julio de 1909 -con 33 años, sólo tres antes de la tragedia- con Eva Matilde López del Vallado Riverón, que era cubana, hija de un emigrante santanderino.
Cuando desaparece Servando, con 36 años recién cumplidos, su mujer estaba embarazada del que iba a ser su único hijo, razón por la que no le habría acompañado a Europa, según unas versiones, aunque otras dicen que ya había nacido; le pondría por nombre Ramón Servando Ovies López del Vallado.
Por la documentación publicada con relación al viaje del Titanic, se sabe que Servando Ovies tomó el barco en su escala de Cherburgo (Francia), el miércoles 10 de abril de 1912, ocupando el camarote de primera clase D-43, cuyo pasaje (con el número 17.562) le costó 27 libras con 14 chelines y 5 peniques. Quiso la casualidad que en la cabina C-65 de la misma clase viajara Víctor Peñasco Castellana, de 24 años, hijastro del general de división avilesino Julián Suárez-Inclán González. Realizaba un largo viaje alrededor del mundo con su esposa, María Josefa Pérez de Soto, y su sirvienta, Fermina Oliva Ocaña, que sí sobrevivieron, rescatadas por el Carpathia.
Dudosa identificación
Al no encontrarse entre los supervivientes ni entre los cadáveres identificados, inicialmente se le dio por desaparecido, aunque finalmente su primo José Antonio Rodríguez Fernández, identificó como suyo uno de los cadáveres enterrados en el cementerio Fairview de Halifax, en Canadá, el 3 de mayo. Pertenecía a los recuperados el 22 de abril por el buque Mackay-Bennett, uno de los que intervino en el rescate, señalado con el número 189, que se describe en la ficha que consta en los archivos, como un varón de unos 28 años y pelo oscuro, que se creyó pertenecía a un marinero de la tripulación por llevar un abrigo negro, pantalones azules de sarga y camisa gris. También llama la atención que en la descripción no se hiciera mención del generoso bigote que tenía, según las fotos conocidas, y que, sin embargo, sí se menciona en otros cadáveres recuperados, ni del anillo que reclamó su viuda.
No es posible saber si aquella identificación de su primo se debió a la conveniencia de su viuda para reclamar la correspondiente indemnización por su fallecimiento y resolver su herencia, a efectos legales. Se dice que ella recibió 286.000 de las pesos por su participación en el negocio. Lo cierto es que resulta poco convincente aquel reconocimiento de un cadáver exhumado un mes después de la muerte, quién sabe en qué condiciones de conservación y con pocas coincidencias con nuestro personaje. El caso es que, resuelto el trámite legal y habida cuenta de su condición de católico, se trasladaron los restos el 15 de mayo de 1912 al cementerio católico del Monte de los Olivos, en el mismo Halifax, donde siguen reposando junto a otras 18 víctimas de aquel naufragio.
No hubo una gran cobertura de la noticia en la prensa asturiana. Sólo en 'El Diario de Avilés' se dio una primera información el 19 de abril, en la que se decía erróneamente que nuestro paisano había sobrevivido: «Hemos sabido con satisfacción que nuestro convecino don Servando Ovies, hermano político de don Celestino Rodríguez y gerente de la importante casa comercial de la Habana 'Palacio de Cristal' y que iba de pasaje en el vapor 'Titanic', se salvó del tremendo naufragio ocurrido hace pocos días». Pero dos días más tarde, el domingo 21 de abril, rectificaría y confirmaba que la familia había recibido un 'cablegrama', en el que se daba cuenta de su fallecimiento, aunque cometían el error de invertir el orden de sus apellidos en la noticia.
08.04.12 - LUIS MUÑIZ
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