Si no habéis visto ni oído el tema y no sabéis quién es la Leticia, mejor para vosotros, creedme.
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Como hiciera la Motown en la década de los 60 con artistas como Stevie Wonder, The Supremes o Diana Ross, Telecinco está reuniendo a su propio catálogo de genios musicales para devolverle la gloria a la industria cultural española. Por eso, tras el éxito de otras jóvenes promesas como Paquirrín y La Ylenia, le llega ahora el turno a Leticia Sabater, un talento artístico y escénico que vuelve de su glorioso pasado con una composición tan sugerente y rica en matices como es “La Salchipapa” (plato muy típico de nuestra gastronomía que se come en verbenas y resacas).
Leticia (escrita con ce, pues es plebeya), artista que ya fuera musa en los años 80 de toda una generación de politoxicómanos, regresa ahora dispuesta a reinventarse y crear su propio Mr. Hyde con los restos de su fama imperecedera, que cuenta con éxitos como el Leti-Rap o Mr. Policeman, un tema que se ha convertido en un himno para los yonquis que han perdido todos los puntos del carné de conducir.
La canción, como suele ser habitual en el género “Reggaetonto”, posee una gran riqueza léxica, con palabras como “bródel”, “papasito”, “mamasita” o “yatusabe”. Vocabulario que evoca la riqueza cultural de una cárcel guatemalteca. Y todo ello entonado con ese acento caribeño tan típico de Barcelona, ciudad natal de la artista.
Pero a pesar de tal variedad terminológica, el verdadero mensaje reside en el estribillo, que reza “tú salchicha y yo papa, tikitikitiki, takatakataka” y que es una invitación constante a bajarse los pantalones y hacer un bocadillo de muslos y pepino. El oyente puede comprobar enseguida que todo en esta canción es sutil y sugerente como el flyer de un puticlub filipino.
En consonancia con el tono arrabalero de la canción, la audaz intérprete ha adaptado su aspecto y su puesta en escena tomando como modelo a la Barbi vertedero. Forman su atrevida indumentaria un cinturón que le sirve lo mismo de faja que para guardar la munición, un tutú rosa del contenedor, hombreras de avestruz y unas bragas que le trepan por el congrio y se le agarran a un culo que es como dos melones abrazaos. Un atuendo con el que te mirarían de reojo en una boda gitana.
A juego con esta vestimenta, y en un alarde de coquetería, la artista se ha maquillado con la escopeta de Homer Simpson y se ha bronceado con una brocha y un bote de salsa barbacoa. Para completar esta estimulante caracterización, Leticia luce un pelo frito de agua oxigenada con las puntas de colores, consiguiendo así transformarse en la versión choni preziosi de mi pequeño poni.
El resultado de todo el conjunto se asemeja bastante a lo que sería un payaso borracho y apaleado saliendo a rastras de un after.
Pero con la Salchipapa la cosa no se queda únicamente en una magnífica melodía y un vestuario sugerente. Como licenciada en Asco Dramático que es, Leticia domina la escena igual que las grandes divas de la canción ligera. Con la vista fija en la cámara, mirando a las siete y cuarto, la cantante nos seduce con un provocativo arsenal de gestos y acrobacias entre los que destaca “el baile de la teta con baches”, que consiste en realizar movimientos aleatorios y divergentes con cuello, manos y pechos como un pez muriéndose de asfixia.
Esta vez Sabater va un paso más allá del perreo, entrando ya en el terreno de arrastrar el panetone por las baldosas de cualquier tugurio donde ofrezcan un 2x1 en cervemocho.
En cuanto a la producción y realización del vídeo musical, existe la sutil sospecha de que el vídeo se lo ha editado su primo con el paint. Es por eso que este trabajo presume de virguerías técnicas tales como imágenes sobreimpresionadas del tráfico de Sanchinarro, culos de varias señoritas en actitud mamífera y un señor gruesito con los labios pintados que debe de ser el cuñado de Frankenstein. Sin olvidar el prodigio tecnológico que supone ver un plato de salchipapas flotando por la pantalla.
Como conclusión, podemos afirmar que, una vez superados el ébola en los tímpanos y la lepra en los ojos, la Salchipapa es una canción que hará las delicias de todas aquellas personas con una severa merma en sus criterios estéticos y musicales.
-Ángel Sanchidrián
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