Conocí a S. a través de P.
P. me tenía totalmente enamorada y pensaba que, sin duda, era el hombre de mi vida.
S. era un compañero de P. y, se hicieron amigos.
La primera vez que lo vi fue en un evento social, una especie de cena de empresa. Me pareció un tanto hortera con un traje llamativo y un pañuelo al cuello.
No vi nada en él que me llamara la atención; aunque, claro, yo sólo tenía ojos para P.
Lo que ocurrió entre P. y yo no puedo explicarlo. No porque sea sórdido o vergonzoso, es que realmente no sé qué pasó.
P. era, y aún hoy lo es, un hombre encantador, dulce, atento, divertido, cariñoso, pero...
Fue por entonces que volví a encontrarme con S.
No quedaba nada del hombre del evento. Vestía sencillo y todo el artificio de aquella noche se había esfumado, como un maquillaje barato del que se había desecho.
Vi, por primera vez, sus hermosos ojos azules, que se tornaban verdes con determinada luz.
Vi su sonrisa, su humildad, su dulzura.
Verle caminar, interactuar con otras personas es hipnótico. ¿Sabéis ese topicazo de que cuando alguien entra en una habitación la ilumina? Pues así es él.
Una vez que lo ves, no puedes apartar la mirada de su cara, sus gestos. Te quedas sin aire. O al menos eso me ocurre a mí.
Tiene un defecto. Como no. Un defecto que a la vez es otra de sus muchas virtudes.
Tiene una relación que viene de hace mucho y es fiel. Claro.
Apenas sabe de mi existencia. Tan sólo soy la ex de su amigo.
Y lo único que voy a conseguir de él, lo sé, es que sea simpático y atento, si nos vemos.
¿Cómo te curas de esto? ¿Cómo centrarte en continuar con tu vida y esperar a que llegue otro, si sabes que lo vas a calibrar comparándolo, y seguramente lo rechaces?
Beni
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