Eran los mejores clientes del casino.
Durante años se juntaban cada tarde y jugaban y cenaban en sus salones, sin mirar sus relojes pues hacía años que nadie les esperaba en sus hogares.
Por eso, cuando fallecieron, volvieron al casino.
Uno a uno, fueron ocupando sus lugares en las mesas y el eco de sus risas llenó el lugar.
Beni
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