Riñenme, bella Enarda,
los mozos y los viejos
porque, tal vez1, jugando,
te escribo dulces versos.
-“Debiera un magistrado”,
susurran, “más severo
de las livianas musas
huir el vil comercio2”.
-“¡Qué mal el tiempo gastas!”,
predican otros. Pero,
por más que todos gruñan,
tengo de escribir versos;
quiero loar de Enarda
el peregrino ingenio
al son de mi zampoña
y en bien medidos metros;
quiero de su hermosura
encaramar al cielo
las altas perfecciones;
de su semblante quiero
cantar el dulce hechizo,
y con pincel maestro
pintar su frente hermosa,
sus traviesos ojuelos,
el carmín de sus labios,
la nieve de su cuello […]
Jovellanos
1 Tal vez: algunas veces.
2 Comercio: trato.
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