Hacía ya mucho tiempo que había regresado, resignado, a la penumbra. Pero aquél día algo le hizo estremecer, una chispa iluminó sus ojos, corrió al armario y desempolvó una caja, de ella sacó algo que guardó es su bolsillo, cerca del corazón, abrió la puerta y titubeó un instante al sentir el gélido viento envolver su alma, pero salió decidido…
A medida que recorría el camino este se hacía más oscuro e impenetrable, las tormentas del pasado iban apareciendo con más fuerza, los rayos dejaban entrever la resbaladiza pendiente serpenteante sobre la que caían más y más rocas, era imposible alcanzar la cumbre, pero, su corazón sabía que hallaría la luz, la salida, la paz…. De pronto, una gran roca le golpeó y le hizo caer varios cientos de metros, quedó tendido, inmóvil. Un fino hilo de sangre brotó de su frente, todo se había perdido… no, muy lentamente comenzó a incorporarse, se palpó el bolsillo y continuó la ascensión; era un loco suicida que aún creía en la esperanza…la única luz que había era la que él sentía en su alma, la de un escalador experimentado que nunca encontró ninguna luz y que seguía vagando en la oscuridad sin resignarse a regresar a la seguridad de la penumbra…
El interminable camino parecía no acabar nunca, los minutos parecían horas y las horas días, pero los lejanos y fugaces destellos de luz le seguían dando fuerza para continuar…
Cada vez estaba más cerca y no había retorno, tras de sí se abría un abismo tenebroso e inescrutable…. Seguiría adelante mientras quedase un atisbo de luz en su corazón…
Quizás esta vez…. ¡pobre iluso!...
Quedó postrado de rodillas ante el dantesco espectáculo que encontró en la cumbre, los destellos de luz provenían de almas, como la suya, que al morir escapaban al infinito. Sobre los cadáveres un corazón más negro que la oscuridad giraba en una elipse absorbiendo todos los destellos… Notó un fuerte calor en su pecho y palpó su bolsillo, sin fuerzas para retirar la mano cayó de bruces mientras una aureola de luz verde escapó de su cuerpo. De pronto el suelo se quebró bajo su cuerpo inerte, cayó al vacío girando lentamente fundiéndose en la oscuridad…
Despertó sobresaltado, bañado en sudor se incorporó rápidamente y abrió el cajón, ya no estaba aquella piedra verde tan extraña que había encontrado unos días antes, todavía aturdido miró a su alrededor, todo estaba bien, cerró el cajón y, soñando que abrazaba a su amor quedó dormido con una sonrisa en sus labios.
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