sábado, 13 de enero de 2024

ARNOLD EN EL MONASTERIO MEDIEVAL

– "Ora pro nobis" – Creo que es el cincuenta. De todas formas es algo tan mecánico que me limito a mover los labios como un pez con la esperanza de que al abad se le cuele una mosca, que sería lo más emocionante que ha pasado entre estas paredes de piedra con humedades desde que al cocinero se le ocurrió preparar natillas con leche descompuesta.

– "Miserere nobis" – Gracias a Dios. Ya pensaba que nunca podría pegarle un mordisco a la magdalena. Es una suerte que el tamaño estándar de los hábitos sea gordo bien cebado. Puedes guardar cualquier cosa no demasiado pringosa y llevar el calzado que más te convenga, en mi caso de piel de marta cebellina. Es que soy noble. Arnold Noseque Nosecuantos, segundo hijo ilegitimo de un tipo que juega a las cartas con la reina los viernes y resulta ser un tacaño agarrado. Que le vamos a hacer, “no esta en nuestras manos”. Esta frase junto con un bizqueo hacia las alturas es mi más preciado patrimonio.

– "Ahora, hermanos, comencemos de nuevo la letanía lauretana" – La vida en un monasterio es básicamente tan divertida como una pedrada. En una cárcel te queda el consuelo de  morir pronto de alguna entretenida infección más o menos contundente. Aquí lo más entretenido son las horas entre campanadas mal dadas que pasamos copiando volúmenes capaces de amputarte un pie al mínimo descuido. Al resto de mis "hermanos" les gustan los que tienen mucho maquillaje, donde te tiras un mes para hacerle las barbas a San Cucufato y luego te las censuran por quedarte demasiado sensuales. Yo prefiero las biografías o los textos de historia, todo letras donde puedes permitirte alguna que otra licencia; un pequeño romance con la esposa del duque H, una herida en las posaderas por culpa de una caída del caballo, un insignificante cambio en el nombre para hacerlo más simpático a los iniciados, una enfermedad hereditaria, una batalla un poco más interesante... Detalles que harán las delicias de historiadores futuros. Mi obra maestra es la creación de una sociedad secreta con unos cuantos personajes famosos y conmigo mismo como dirigente, por supuesto, con actas, cartas, con su pasado de intrincadas luchas por el poder… Solo de pensar que voy a ser la causa de que al rey le guste su primo se me saltan las lágrimas en este mundo de analfabetos.

– Arnold – susurra mi compañero de la derecha. Todos los que nos ponemos en la última fila somos amigos del tipo que te da un codazo si te pones a roncar audiblemente, o que puede invertir en tu postre futuro por una pera en no demasiado mal estado.

– ¿Que? – Sí, a mi también me parece algo estúpida toda esta introducción pero el aburrimiento hace milagros con la capacidad lingüística humana.

– Te has fijancta en la grieta dei esa baldostrix – dice el pobre tratando que suene a latín asnal. Las baldosas de piedra ni siquiera encajan y si acercas la nariz el aroma a cadáver en descomposición logrará que desees no haber desayunado. Aunque la grieta de mi baldosa es bastante preocupante, te hace dudar del sistema construya un monasterio y ganase el cielo. Alguien debería añadir lo de lujoso y en tierra fértil y con un poblado al que exprimir a diezmos cerca.

– No – respondo mientras mi "hermano" apoya el pedazo de carne curada a base de reposo que tiene por pie sobre la grieta y hace fuerza. La piedra se queja. Que gracia. Es un sonido seco, que a nadie le interesa con el abad delante buscando con ojos de loco un voluntario para fregar con las rodillas el ábside. Siempre pensé que mi descenso a los infiernos sería un poco menos literal.

  

Duele. Bastante. A algún noble con ganas de agradar se le ocurrió abandonar sus huesos bajo el monasterio. Por si sólo eso no me molestaría ya que sin duda le cobrarían la tontería en algo mas que dientes de oro, pero el muy "gracioso" había escogido un ataúd de piedra con una escultura bien musculosa agarrando una espada que él no habría usado en su vida pero que estaba fastidiando la mía.

Mire arriba en busca de iluminación. Sólo estaba el reconfortante culo de mi "adorable” hermano agitando sus patas peludas mientras intenta mantenerse. Si salgo de esta sugeriré que se sustituyan los calzones de tela de saco.

Brav...   

-Pablo

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