Escribir un blog de sexo desde la monogamia es una tarea difícil. De repente te sientes en la necesidad de experimentar cosas distintas y tu novia no entiende tus nuevos ejercicios de funambulismo sexual. Hasta hace unas semanas yo vivía con Sonia. Nos habíamos conocido en la consulta de mi ginecólogo donde ella trabaja de enfermera. Cuando alguien te pide que te desnudes de cintura para abajo puedes tomarte ciertas confianzas y eso es lo que yo hice con Sonia hasta que conseguí que saliera conmigo. De todo esto hará unos diez meses.
Propuso ir a un vegetariano. Aunque a mí no me entusiasman los vegetarianos acepté sin dudar. En una primera cita una siempre está dispuesta a hacer concesiones. Habíamos hablado en algunas ocasiones pero, a decir verdad, en aquel momento sabíamos muy poco la una de la otra. Éramos dos desconocidas. Leímos la carta y pedimos, luego ella comenzó a hablar sin parar. Yo, mientras tanto, básicamente observaba. Sus palabras atravesaban mi cabeza sin detenerse. Era como si hubiera pulsado la tecla de mute en el televisor. Yo sonreía, asentía ligeramente con la cabeza y pensaba en follar. Al rato la interrumpí bruscamente y le pregunté si era partidaria del sexo en la primera cita. Se quedó cortada. “Si estás a favor del sexo en la segunda, en la tercera o en la quinta cita también deberías estar a favor del sexo en la primera -dije-. No creo que eso sea algo que haya que irse ganando poco a poco. El sexo no es un premio que se consigue haciendo méritos. A estas alturas, estoy segura de que tu ya tienes claro si te apetece follar conmigo. Igual que yo”. Me dijo que era demasiado directa pero pedimos la cuenta.
Los meses siguiente fueron básicamente lo mismo, ella hablando y hablando y yo pensando en follar. Cuando me daba por escuchar lo que decía constataba que no teníamos nada que ver. Pasé por alto que tuviera una cuenta de correo en hotmail (¡¡estamos en el 2011!!) y ella pasó por alto que a mi no me interesasen nada sus cuentos sobre el bajo astral, las energías y el rebirthing, porque cuando me pedía que me desnudara de cintura para abajo nuestras diferencias desaparecían. Solía decir que tenía mucho amor que darle al mundo pero yo me conformaba con el sexo. Hace unas semanas los astros le dijeron que se liara con su profesor de yoga. “Es capricornio. Los capricornio y los acuario combinamos bien. Sin embargo los escorpio y los acuario somos signos incompatibles”, me dijo. ¿Incompatibles?, pensé yo. Quizás sí, quizás el destino me estuviera haciendo un favor. Unos días más tarde me propusieron escribir este blog
Artículo publicado el 11 mayo, 2011 a las 9:56 por Beta.
Ilustración: Laura Pintamonadas
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