miércoles, 13 de marzo de 2024

EL NIÑO Y EL ESPEJO

Cierto niño educado en una aldea

Al regresar a casa de sus padres

Que estaba en la ciudad,

Quedó muy sorprendido al ver su imagen

Copiada en su espejo.


Comenzó por mirarse y remirarse

Con cierta complacencia,

Mas de pronto, sin más ni más, se hace

Una mueca de burla.


(Este cambio, en los chicos y en los grandes

Se da con gran frecuencia:

Tras el amor, la mofa y el ultraje).


Hace una mueca, pues: mas el espejo,

En aquel mismo instante

El gesto le devuelve.


¡Oh, que enojo el del niño! Ante el desplante

Levanta el puño en amenaza fiera…

Pero al punto, también ve levantarse

El enemigo brazo.


Fuera de sí, trata de golpearlo,

Mas está entre los dos el duro espejo,

Y tan solo consigue lastimarse.


Esto aumenta su ira.

Vedlo desesperado ante el brillante

Cristal; bracea, grita, tiembla y llora.


Se le acerca la madre,

Que de toda la escena fue testigo,

Y después de enjugarle

Las lágrimas, le dice dulcemente:


“¿No fuiste tú, hijo mío, el que incitaste

La burla que ha enojado a ese otro niño?”


“Sí”, responde el culpable.


“Entonces no te quejes. Mira, ahora

Que tú ríes, como él lo mismo hace.

Tú le tiendes los brazos,

Y el igualmente trata de abrazarte.

Así, es el mundo hijito:

Harán contigo lo que tu hagas antes.


Florián

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