Esto es justo lo que nunca debes hacer: ponerte frente al espejo y repetir
nueve veces seguidas el nombre de Verónica.
No
serías el primero que se ríe al conocer esta historia, que lleva
circulando por el mundo desde hace varias décadas. Muchos antes
que tú han pensado que se trataba de un cuento chino y se han
burlado, pero otras personas aseguran que quienes no han hecho
caso de la advertencia y han aceptado el desafío, han cargado con
una maldición terrible.
¿Quién
es Verónica? O mejor dicho: ¿quién era? Se trataba de una chica de
14 años que, estando en el pueblo con sus amigos, hizo
espiritismo en una casa abandonada.
Todo el mundo sabe que es algo
tremendamente peligroso y que jamás debe tomarse como un juego.
Ella no siguió las reglas de los fantasmas, se burló durante toda
la invocación y una silla que había en la habitación cobró
vida y la golpeó mortalmente en la cabeza.
Sin
embargo, Verónica aún no descansa en paz. Su espíritu está
condenado y vaga buscando venganza entre aquellos que no saben
respetar el Más Allá, como le sucedía a ella en la vida
real.
Rita era una chica de la edad de Verónica que conoció
la leyenda en su instituto.
Sus amigos la picaron, diciéndole que
no se atrevía a decir 'Verónica' nueve veces ante el espejo. A
ella le daba miedo, pero venció su terror porque le
avergonzaba quedar mal ante todo el mundo. Una compañera fue a
los servicios de esa planta del instituto para comprobar, entre
risas, si cumplía la prueba.
Lo hizo, no pasó nada y el
grupo lo olvidó enseguida. Menos Rita. Para ella la auténtica
pesadilla comenzó esa misma noche. Estaba en la cama, cuando un
sonido la despertó. No se trataba de un estrépito, sino de una
especie de susurro indescifrable que oía cerca de la nuca,
mientras sentía como si alguien respirara en su cuello. Aterrada,
se levantó y encendió la luz. Allí solo estaba ella. A pesar de
eso, no pudo dormir en toda la noche. Al día siguiente, no se
atrevió a contárselo a nadie. Estaba muerta de miedo y de sueño,
y en medio de la clase tuvo que salir al servicio para mojarse la
cara y despejarse. Pero cuando entró al baño, hacía mucho frío
(como estaban en invierno no le dio importancia) y una capa de
vaho cubría el espejo. Rita lo limpió con la mano para comprobar
horrorizada que tras ella había una chica que no había visto
jamás, con una expresión de espanto y sangre en la cabeza. Fue
solo un instante. Cuando se volvió a mirarse, ya no había
nadie.
Rita rio nerviosamente, pensando que todo era fruto de su
imaginación, los nervios y el cansancio. Sin embargo, cuando se
volvió hacia el espejo vio algo que la dejó helada. Al borrarse
el vaho una frase había permanecido escrita: 'Soy Verónica.
No debiste invitarme a volver'.
Rita
no pudo soportarlo. Hoy pasa sus días encerrada en un manicomio, y
solo habla para jurar y perjurar que el fantasma de Verónica la
sigue atormentando.
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