Cuanto más me afirmo en mis metas, más serena y feliz me siento.
En mis metas habrá siempre un componente espiritual y altruista.
Mi fuerza está en el aquí y en el ahora.
Limpio mi mente de elementos dañinos para conectar con ese ser resplandeciente y luminoso que en realidad soy.
Recuerdo solo las cosas buenas de las personas que me han ofendido.
Doy la bienvenida a cada día con una ilusión renovada.
Confío plenamente en que hay un plan o un propósito superior en la vida de todo ser humano.
Si siento que mis fuerzas flaquean, cierro los ojos e invoco a ese Poder Universal que hay dentro de mí.
Cuando pienso en positivo atraigo experiencias y personas positivas.
Yo soy lo que busco.
Me acepto amorosamente y los cambios se producen con facilidad.
Vivo el respeto todos los días.
Me transformo desde dentro para transformar todo lo que tengo a mi alrededor.
Siento la fuerza de la primavera y la aprovecho para seguir adelante con mis proyectos.
Aprovecho las lecciones que me ofrecen mis emociones sin aferrarme a estas últimas.
Mi amor hacia mí misma es el único poder que puede sanarme.
Puedo conseguir todo lo que me proponga.
Lo que doy es lo que recibo. Sólo doy el bien y solo recibo el bien.
Todo aquello que esté destinada a hacer será un éxito.
El amor es la fuerza sanadora más poderosa que existe.
Todos los días relajo mi mente y mi cuerpo para que fluya el Poder Superior que hay en mí.
Conecto con la inocencia que hay en mí y contemplo la vida con alegría.
Mis problemas no son el centro de mi vida, sólo el Poder Superior que hay en mí lo es.
No temo a nada, ni nada me detiene en mi evolución interior.
Erradico la palabra “aburrimiento” de mi vocabulario.
Soy un canal abierto para las ideas creativas.
Siempre tengo valor para enfrentarme a las situaciones en las que considero que se me falta el respeto.
Soy consecuente con mi pensamiento, palabra y obra.
Me permito ser yo misma y dejo que los demás también lo sean.
Mis pensamientos de felicidad crean mi mundo de felicidad.
Visualizo cómo me gustaría vivir y qué es lo que quiero conseguir. Luego me pongo manos a la obra.
Me alegro del éxito de los demás como si fuera el mío.
Enseño a mis hijos a construir un mundo mejor, todo el Universo se beneficia de ello.
Actúo con honor e integridad en todo lo que hago.
Todos los días limpio mi mente de pensamientos y emociones destructivas.
Cada día inicio una revolución de esperanza y júbilo.
Doy gracias por todas mis experiencias, “buenas” o “malas” y por cada instante que soy consciente de ellas.
Soy espíritu, luz, vibración y energía.
Abro sin temor las puertas de mi corazón, para acoger todas esas experiencias que me hacen más consciente y más sabia.
Soy una persona sana, feliz, afectuosa y compasiva.
Alimento mi mente con los mejores pensamientos, igual que nutro mi cuerpo con los mejores alimentos.
Cada día tengo la capacidad de asombrarme, porque cada día es diferente.
La vida puede ser fácil y sencilla, todo depende de mi actitud.
Respondo con amabilidad, aunque no la reciba a cambio.
Disfruto realizando las tareas que ahora me parecen aburridas.
Reconozco las buenas cualidades de los miembros de mi familia.
Utilizo mi fuerza interior con sabiduría. Soy fuerte y estoy a salvo.
Dejo marchar mis viejos hábitos con amor, y encuentro maneras positivas de satisfacer las necesidades que éstos cumplían.
Todo lo que sucede, sucede para mi bien.
Disuelvo mis prejuicios y el planeta entero se beneficia de ello.
Mi Fuerza Interior tiene el poder de cambiar el mundo.
El amor es más fuerte que las diferencias.
Louise L. Hay
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